miércoles, 24 de septiembre de 2014

los treinta

durante mucho tiempo temí, de una manera inconsciente, que llegaran los treinta.

terminar una década maravillosa y fundacional /los 20/ para empezar otra en la que /se supone/ uno tiene las cuestiones fundamentales para el resto de la vida, resueltas.

cuando llegaron, llegaron sin depresión de por medio, sin miedo a "vestir santos" y sin "desesperación por no tener hijos".

a diferencia de esos temores. hoy, a los 30 y un mes puedo decir que algunas cosas se aprenden cuando uno llega a los treinta, a saber:

estoy segura de lo que se y no me avergüenza lo que no se
no voy a lugares donde no soy bienvenida y no hago esfuerzos  por ser aceptada
quiero estar con las personas que no me hacen renunciar a lo que soy para quererme y, aunque cada tanto la gente querida resulta decepcionante, aprendí que el paso del tiempo nos hace entender todo y muchas veces nos da la razón.

me da asco pensarme repitiendo lo que dicen otros, solo porque no me animo a decir lo que pienso.
aprendí que nadie es tan bueno, nadie es tan inteligente, perfecto o lindo.

que se pueden tener convicciones y no por eso tener que gritarlas.
que hay que elegir donde hacerlo, qué batallas dar.
que hay gente con la que ni vale la pena gastar pólvora.
que las cosas que dan sentido no son fáciles de adquirir y a veces eso es también lo que les da sentido.

que mi tiempo vale, pero no me desespero ni preocupo si ya estoy llegando tarde, si tengo que esperar treinta minutos el tren.
finalmente siempre estamos llegando tarde y que con las cosas que no están en mi control no tengo que angustiarme.

aprendí que sólo puedo estar en pareja si estoy profundamente enamorada porque soy muy feliz sola y no nací para estar con alguien solo para pasar el rato.

se que todo lo que digo se basa en mi experiencia y por lo tanto está sujeto a cambios.
se que no hay "una" manera de vivir, que no todos nacimos para lo mismo y que no estoy obligada a querer lo que otros quieren o creen querer.

que la sujeción a mandatos es un trayecto certero a la infelicidad mayúscula

que no quiero vivir sin jugarme por nada, sin elegir nada, sin decir nada
que es vital para mi buscarle un sentido a las cosas, incluso cuando es una búsqueda inútil y una batalla perdida.

también aprendí, lo que dice este video:

cualca - a los 30