lunes, 3 de mayo de 2010

esperando el momento

Cuando uno está ocupado: con mucho trabajo, mucho estudio o muchas obligaciones, acusa a esas cosas como causas de no poder hacer otras cosas.

El presente parece que no es nunca el momento indicado para concretar nada; aparenta no ser más que el nido y hogar de frustraciones, mientras que el futuro se transforma en depositario de todos nuestros proyectos y metas.
Futuro, que más rápido de lo que pensamos se transforma en presente.

Parece que nunca es el momento, que siempre hay un impedimento.

Parece, también, que nunca estamos en el lugar indicado. Que cuando nos vayamos de viaje, o nos mudemos a un lugar muy muy lejano, podremos ser y hacer lo que verdaderamente queremos.

La amiga Rosa Luxemburgo en una carta a una amiga en 1904 recuela su infancia diciendo:

“Era también aquel el más hermoso instante del día, antes de despertarse de la vida oscura, estrepitosa, ruda, machacona, de la gran casa de la vecindad. La augusta calma de la hora matinal se derramaba sobre la vulgaridad del suelo; arriba, en los cristales, chispeaban los primeros oros del sol naciente y, más arriba aún, flotaban nubecillas vaporosas, sonrosadas, antes de disolverse en el cielo gris de la ciudad. Por entonces yo creía firmemente que la “vida”, la “verdadera” vida estaba en algún sitio muy apartado, no sabía dónde, lejos, del otro lado de los tejados. Desde entonces no he cesado de buscarla. Pero no logro darle alcance, pues siempre se esconde detrás de algún nuevo tejado. En fin de cuentas, todo fue una burla cruel para conmigo, ya que la verdadera vida se quedó precisamente allí, en aquel patio en que, por primera vez, leí con Antonio “Los orígenes de la civilización”.



En el libro Tirados en el pasto, que está conformado por varios diálogos entre Andrés Calamaro y Alejandro Rozitchner, los amigos se dicen:

“Andrés: Es que muchas veces no sabemos cuál es el momento de vivir
Alejandro: ¿Cómo?
Andrés: Claro, esperando el momento de vivir, haciendo cosas, preocupándonos por otras cosas.
Alejandro: Esperando vivir.
Andrés: Claro, o sintiéndose out o trabajando, pensando en nuestro problemas, suponemos que vivir es el tiempo que queda entre esos momentos, el tiempo que queda, entonces vivir sería estar aquí echado acariciando el gato.”

Para terminar, en el epílogo de este mismo escrito, Alejandro Rozitchner dice que “…cada vez más entiendo que la posición crítica frente al mundo es depresión y cobardía… Muchas cosas uno no las hace porque siente un injustificado rechazo que se presenta como lucidez pero es en realidad mero temor.”

Resumiendo, esperando la frase perfecta se nos acaba la tinta y, esperando el momento indicado se nos pasa la vida.







Citas:
Rosa Luxemburgo, Cartas de la prisión, Buenos Aires, Colección Papeles Políticos, 1974, p. 50-51
Andrés Calamaro y Alejandro Rozitchner, Tirados en el pasto, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, p. 276 / p. 279