sábado, 26 de junio de 2010



Después de pasar innumerables veces por la Plaza San Martín, descubrí una estatua sumamente linda y sumamente descuidada por todos.

Se trata de Le doute del artista francés Charles Cordier.

Esta obra fue adquirida en 1905 cuando una comisión enviada por la Municipalidad de Buenos Aires viajó a Europa con el objetivo de comprar esculturas para poner en las plazas de la ciudad que, en esos tiempos, casi carecían de ellas.

La obra se compone de dos personajes: uno es un un joven creyente que se encuentra meditando pensativo junto a su Biblia abierta mientras que a su derecha hay un anciano que parece cuestionarlo y haciéndolo dudar.

En la base de la escultura, se encuentra la inscripción Le doute

A pesar de que se pronosticaba falta de aceptación de la obra pues pensaban que se le criticaría el hecho de que el tema de la obra es poner en duda los temas bíblicos, esto no ocurrió así y jamás provocó discusiones religiosas.

Y, como cierre de este post, un poema del amigo Jorge Luis, a la plaza que alberga tan a la tan virtuosa escultura.

La plaza San Martín

A Macedonio Fernández

En busca de la tarde
fui apurando en vano las calles.
Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra.
Con fino bruñimiento de caoba
la tarde entera se había remansado en la plaza,
serena y sazonada,
bienhechora y sutil como una lámpara,
clara como una frente,
grave como un ademán de hombre enlutado.

Todo sentir se aquieta
bajo la absolución de los árboles
—jacarandás, acacias—
cuyas piadosas curvas
atenúan la rigidez de la imposible estatua
y en cuya red se exalta
la gloria de las luces equidistantes
del leve azul y de la tierra rojiza.

¡Qué bien se ve la tarde
desde el fácil sosiego de los bancos!
Abajo
el puerto anhela latitudes lejanas
y la honda plaza igualadora de almas
se abre como la muerte, como el sueño.

Jorge Luis Borges (en: Fervor de Buenos Aires)

miércoles, 23 de junio de 2010

con pan y vino se anda el CAMINO





Una vieja amiga siempre me dice que no se puede hablar conmigo porque siempre cito a alguien y a ella le parece que, de esa forma nunca digo lo que yo pienso, sino que me escudo detrás de algún pensador, músico o artista para decir mis opiniones.

Otra, me reprocha mezclar siempre en mis sentencias algún refrán.
Para ella y para todos los que disfrutamos de los remates en las conversaciones con refranes va esto escrito hace un par de años:



Romperme en mil pedazos
para no resignar nada.
Para quedarme con la chancha y los veinte,
en la misa y en la procesión.

Llorar a lágrima viva
porque siempre faltan cincuenta para el peso,
porque vemos cien pájaros volar
pero ninguno está en nuestra mano.

Madrugar, para que Dios me ayude.
Arriesgarme para perder.
Chequear con quién ando, para decirme quién soy.

Y después de hacer todo esto,
echarme a dormir
pues ya creé mi fama.








PD: no cumplí con el post anterior, pero por lo menos no escribí durante el trascurso de ningún partido.. jajaja